El crecimiento del niño es un proceso dinámico que alterna periodos de aceleración y desaceleración, es decir que en edades tempranas habrán temporadas que el niño crecerá más rápidamente y otras en las que no.
Este artículo se centrará principalmente en la primera etapa, que va desde los 0 a los 5 años. Y que es la etapa de mayor velocidad de crecimiento músculo esquelético.
En esta etapa el tejido esquelético mayoritario es cartilaginoso y conforme van pasando los años se va osificando. Por lo que sus huesos son muy moldeables y más susceptibles a deformidades que posteriormente serán irreversibles.
Cada niño tiene su ritmo a la hora de lanzarse a caminar, que vendrá determinado por la cantidad de estímulos que reciba y el entorno, dejando a parte algún trastorno que pueda haber que retrasaría considerablemente el proceso.
Una vez que el infante ya haya aprendido a sentarse, a arrastrase y gatear, tendrá la necesidad de levantarse, esto ocurre aproximadamente sobre los 10 meses, y dará sus primeros pasos sin ayuda sobre los 13 meses aproximadamente.
No hay que ser demasiado impaciente ni ambicioso a la hora de forzar al niño a dar sus primeros pasos ya que esto puede acarrear daños en su formación y desarrollo, así como es importante evitar el uso excesivo de correpasillos y andadores en edades muy tempranas. Siempre recordar que cada niño tiene su ritmo.
Lo mejor para cuando el niño comienza a caminar es descalzo, por lo que es muy importante mantener el espacio limpio y libre de obstáculos para evitar golpes y tropiezos. Tiene que notar las sensaciones del suelo y coger propiocepción, de esa manera los tendones y su sistema musculo esquelético se fortalecen y se desarrollan de manera sincronizada. El tener mayor movilidad de las estructuras del pie favorece el arco plantar, y estimula el equilibrio. Por último el experimentar las sensaciones táctiles del suelo con los pies (frio, calor, rugoso, suave, áspero, etc..) les estimula y les sirve de gran ayuda para que cada vez realicen trayectos más largos y cojan confianza.
Solamente cuando el niño ya comience a caminar por la calle es el momento de colocar el calzado. No solo con el fin de proteger el pie de las agresiones del terreno sino también para ayudar a todas las estructuras del pie (músculos, tendones, ligamentos y huesos) a que estén equilibradas y bien alineadas. Para eso es importante un calzado estable, con la base bien ancha y con sujeción mediante cordones o velcros. Con un buen contrafuerte para que el tobillo y el retropié quede bien estable y con la punta protegida para evitar golpes.
En definitiva lo mejor es que cuando el bebé comience a caminar sea descalzo y sobre una superficie lisa y sin obstáculos a ser posible dentro de una estancia o casa y en la calle siempre con calzado adecuado. El caminar por la arena de la playa también les ayuda a fortalecer todo el sistema musculo esquelético del pie y de las piernas pero sin sobrepasarse en tiempo ya que al no ser una superficie uniforme un exceso puede provocar alteraciones en las estructuras que están en desarrollo.
Nunca olvidar la importancia que tiene observar bien como camina el menor y si tiende a caer o tropezarse con asiduidad, si es así lo mejor es llevarlo a un especialista para que le haga un correcto diagnóstico y análisis del pie y la pisada.
Desde el Centro Podológico Marianao
Un saludo cordial.
David Ezquerro Jara
NºCol 1077